El paisaje de Moralzarzal, aunque ya
muy transformado por el desarrollo urbanístico y la influencia del
área metropolitana madrileña, guarda todavía en sus viejas formas
su pasado ganadero y forestal y su pertenencia al Señorío del Real
de Manzanares. Esta identidad es fruto de una forma de gestión del
territorio y de los usos tradicionales en este entorno serrano.
Paisaje cargado de historia, cultura y naturaleza.
Comencemos esta historia del paisaje
cebollero cuando Alfonso VI conquista Toledo en 1085 e incorpora la
vertiente sur de la Sierra de Guadarrama al por entonces poderoso
Concejo de Villa y Tierra de Segovia, que empieza la repoblación de
estas tierras a comienzos del siglo XII.
Concejo de Villa y Tierra entre el Duero y el Tajo en el primer tercio del siglo XIII |
En torno a este emplazamiento, los
repobladores segovianos tienen el derecho a hacerse con pequeñas
fincas destinadas a cultivos agrícolas para aprovechamiento y
disfrute particular. Este es el origen del paisaje minifundista
característico de los alrededores del primitivo núcleo urbano de
Moralzarzal: cercados de piedra con vegetación natural asociada a la
linde de las parcelas y atravesado por multitud de caminos. Hoy en
día, lo poco que queda de aquel paisaje son prados que hasta hace
menos de un siglo fueron tierras de huerta, de cereales, viñedos e
incluso algunos frutales.
Más allá de estas fincas privadas y
minufundistas junto al núcleo de Moralzarzal, buena parte del
territorio de lo que hoy es el término municipal era un espacio
cubierto por vegetación natural de aprovechamiento común o
colectivo tanto de los habitantes de El Real de Manzanares, como de
los ganaderos de la villa de Madrid y de la ciudad de Segovia. Buena
parte de este territorio de la comarca fue durante mucho tiempo
“tierra baldía”, término hoy ya en desuso pero que antiguamente
quería señalar el espacio cubierto por vegetación natural de
aprovechamiento común o colectivo. Este es el origen de los
aprovechamientos comunales.
El siguiente momento importante llega
en 1636, cuando Moralzarzal pasa de aldea señorial a villa. Este
título de villazgo llevaba aparejado, junto con la jurisdicción y
justicia, la asignación de ejidos, dehesas y montes para
aprovechamiento restringido de los vecinos.
Señorío de El Real de Manzanares |
Es muy probable que estos privilegios
vinieran a reconocer jurídicamente una situación de hecho. Sólo
así es entendible el hecho de que el Real Concejo de La Mesta, con sede en El Real de Manzanares, pleiteara en 1609 contra los vecinos de Moral por las roturaciones
que éstos habían hecho en varias fincas, como Robledillo o Los
Navazos.
Como consecuencia de ese proceso,
Moralzarzal comenzó a tener en las proximidades de su núcleo urbano
algunas Dehesas que combinaban el cultivo de cereal y el
apacentamiento del ganado de labor de sus vecinos: Dehesa de Arriba,
Dehesa Vieja (o de Abajo) y Robledillo, son todavía testigos de este
tipo de montes de uso comunal.
Dentro de los privilegios de villazgo,
el Concejo y sus vecinos recibían un “Ejido”, un espacio comunal
no roturable, dedicado fundamentalmente a pastos y al establecimiento
de eras. En nuestro caso todo apunta a que el actual monte de Ladera
de Matarrubia era el Ejido de Moralzarzal.
Antonio Zárate en una de las tenadas o aprisco de ganado de la Ladera de Matarrubia. Autor: Miguel Ángel Soto |
Detengámonos por tanto en esta
diferencia. Los montes de Propios son los montes que pertenecen y son
gestionados por los concejos, donde éstos pueden arrendar los
aprovechamientos y cuyas rentas sirven para financiar los gastos del
Concejo y para pagar los tributos. Por contra, los montes comunales
son los bienes públicos cuyo aprovechamiento corresponde al “común
de los vecinos”, sin cargas ni impuestos. Las Dehesas eran
comunales, de todos, del común.
Pero junto a las dehesas boyales, los
montes de propios y los terrazgos parcelados y privados del entorno
de los pueblos, permanecieron en Moralzarzal (como en toda la
comarca de El Real) terrenos de aprovechamiento colectivo en unos
casos de varios municipios mancomunados y en otros, de todos los
habitantes de la comarca. Usos comunales de los que se hacía mención
expresa en los privilegios de villazgo de algunas localidades vecinas
como Becerril, Hoyo de Manzanares o Navacerrada.
El monte de El Hormigal, por ejemplo,
era de uso conjunto para los vecinos de Moralzarzal y
Collado-Villalba. La Dehesa de Berrocal era labrada por los vecinos
de Becerril, Moralzarzal, El Boálo, Mataelpino y Cerceda. En Cabeza
Mediana, los pastos eran gratuitos para los vecinos de Becerril,
Moralzarzal y Collado Mediano. En Navahuerta, El Serrejón y
Rodehuelo (sic), el aprovechamiento de cereal es así mismo para los
vecinos de Becerril, quedando los pastos – alzado el fruto- comunes
para todos los ganados del Real de Manzanares y de la Tierra de
Madrid. Los Madroñales y Cumbres de la Maliciosa eran comunes a la
Comunidad de Segovia, a la Tierra de Madrid y a El Real de
Manzanares.
En 1833, cuando se instaura en España
la división provincial actual y se define los límites de los
términos municipales, Moralzarzal cuenta con una parte importante de
su término municipal como bien público, ya sean montes comunales
(Dehesas y Ejido) o montes de Propios (baldíos). A mediados del
siglo XVIII, un análisis de los bienes públicos en este sector de
la Sierra de Guadarrama (análisis realizado a partir de los datos
del catastro del Marqués de la Ensenada) revelaba que Moralzarzal
era, dentro de nuestro entorno, la localidad con una mayor superficie
de tierras públicas: el 83,7% del total de la superficie municipal
eran montes de Propios o Comunales.
Si bien gran parte de estos bienes
públicos era considerados “infructíferos por naturaleza” (hoy
diríamos inculto/improductivo), para los vecinos de Moralzarzal eran
fundamentales para el mantenimiento de su economía: pastos, leñas,
carbón vegetal, colmenares, etc. Dada su enorme extensión dentro de
nuestro término municipal, estos terrenos de acusado relieve y
cubiertos de matorrales (chaparros, enebros, jara, retama, etc.) eran
una pieza clave dentro del modo de vida de los cebolleros, ya que
además de aportar la energía para calentar la comida soportaba los
aprovechamientos de pastos en régimen extensivo, fundamentalmente de
cabras y ovejas.
Tenada o aprisco de ganado en el monte "Ladera de las Suertes". Autor: Miguel Ángel Soto |
Con frecuencia estos terrenos, que
marcaban los límites del término municipal, eran espacios mal
definidos, dispersos por el término, cómo áreas abiertas, de las
que frecuentemente se ignora su propiedad ya que no estaban
registradas. En estos terrenos el concepto de lo “baldío”,
aunaba las dos afecciones de inculto y su consideración como tierra
de nadie y, por ende, de todos. Este podría ser el caso de fincas
públicas que marcaban el límite sur del término municipal en su
frontera con el de Hoyo de Manzanares o Collado-Villaba: Canto
Hastial (66 Ha), Canto Cachado (61 Ha), La Navata (891 Ha) o los
terrenos de El Palancar-Navahuerta. Algunas de estas fincas se
salvarán de los procesos de desamortización del siglo XIX
precisamente por no haber sido declaradas como bienes públicos.
Así se ocupó y organizó el espacio
en el entorno de la Fuente del Moral y Zarzal. Veremos en próximas
entregas como esta estructura cambió durante el siglo XIX y porqué.
Entradas relacionadas:
Moralzarzal en vísperas del zarpazo de la desamortización
Salir del purgatorio (La Desamortización de Godoy en Moralzarzal)
La venta de los bienes del clero (La Desamortización de Mendizábal en Moralzarzal)
Fuentes:
- MANUEL VALDÉS, Carlos Manuel(1996). Tierras y montes públicos en la sierra de Madrid (sectores central y meridional). Serie Estudios. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Secretaría General Técnica.
- FERRER JIMÉNEZ, D., SANTA CECILIA, F. (2005). Lectura del paisaje de la comarca Alto Guadarrama Alto Manzanares. Un legado Histórico. Guía para la interpretación. ADESGAM.
- MARTÍN, Jesús (2007). Historia de Moralzarzal. Ayuntamiento de Moralzarzal.
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